La radiación ultravioleta es uno de los tratamientos más versátiles que se usan en dermatología para una variedad importante de condiciones y enfermedades dermatológicas. Esta energía forma parte de la luz solar no visible y sus fracciones A y B son de uso terapéutico. Se emiten en cámaras especiales con tubos que simulan los tubos fluorescentes comunes, la exposición a esta radiación es indolora, de muy corto tiempo y al menos 2 a 3 veces por semana.

Conocidas enfermedades como la psoriasis y el vitíligo se benefician de este tratamiento, pero otras más comunes y frecuentes también lo hacen. Su uso controlado por especialistas no incluye efectos colaterales adversos.